Muchos de nosotros reaccionamos cuando nos enteramos de que llega el frío, en forma de nieve, lluvia, viento…, y entonces nos acordamos de que nuestro coche quizás no esté preparado. El problema crece cuando no tenemos más remedio que realizar un largo desplazamiento con las condiciones más adversas, incluso por carreteras secundarias y solitarias.
Lo ideal es no tener que coger el coche en esas circunstancias, como avisa la DGT. Pero si no queda más remedio conviene tener en cuenta una sería de recomendaciones de sentido común, que no todo el mundo aplica.
El primer punto a revisar son los neumáticos. Son el único punto de contacto entre el coche y la carretera y, por lo tanto, su buen estado es vital para nuestra seguridad y la de los demás. Hay conductores que sólo los revisan cuando tienen que pasar la ITV, más por un problema legal que por seguridad.
Es obligado comprobar su estado general y la presión del aire. También en la rueda de repuesto, si la llevamos. Observar la banda de rodadura para verificar que el estado del dibujo es correcto. La Ley dice que su profundidad no puede ser inferior a 1,6 milímetros, pero con lluvia intensa es aconsejable que tenga entre 2,5 y 3,0 milímetros.
Aquaplanning, otro de los peligros
Si el desgaste es evidente el agua no se puede evacuar con eficacia al circular, y con la velocidad el peligro por ‘aquaplaning’ se intensifica. Esto quiere decir que la rueda ya no tendría contacto con el suelo y deslizaría sobre la fina película de agua. Por lo tanto no tendríamos control alguno sobre el coche. Además las distancias de frenado se incrementarán considerablemente.
Si no tenemos un medidor de profundidad se puede comprobar introduciendo una moneda. Los neumáticos también cuentan con unos testigos de desgaste repartidos por la banda de rodadura.
El siguiente paso es comprobar, no sólo que llevamos cadenas, sino que sabemos colocarlas. Muchas veces las trasladamos en el maletero durante años porque no nos han hecho falta, pero llegado el momento de colocarlas tiene su dificultad. Sobre todo cuando toca hacerlo de noche y a bajo cero. Por eso conviene ‘entrenar’ para que cuando llegue el caso no nos pille despistados.